En esta nuestra nación, llena de contrastes desde antes, incluso, de los partidos dinásticos, pocas veces hemos oído hablar de que las masas neutras hablen.
Comunista o fascista. Anarquista o demócrata. Monárquico o republicano. Pero... ¿qué hay de esa importante tasa de la población que pretende seguir un régimen, no sé, más... de centro? Olvidados. Tachados de insensatos. Aquí, o eres de una España o lo eres de la otra. No hay término medio, lo que me lleva a deducir que no hay un Estado común; al menos, no un Estado sentido como la unidad española.
Aristóteles, hace ya unos cuantos siglos, si no me equivoco, intentó convencer a la sociedad de que la virtud, señoras y señores, reside en el equilibrio. ¿No deberíamos buscar nosotros el nuestro?
Aquí en España estamos acostumbrados a la polaridad.
Rompamos con el tópico. Rompamos con el silencio de los neutros.
Hagamos que los idealistas de centro hablen, pues en su voz, tal vez, resida la respuesta a una nación feliz y unida.
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